Hoy me gustaría hacer una reflexión en alto, o escrita, mejor dicho, sobre la idea de si las comuniones se están convirtiendo en una especie de boda a pequeña escala. Personalmente creo que sí. Y por muchos motivos.
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En primer lugar, los regalos de comunión cada vez son más grandiosos y ostentosos. Vale que las generaciones van cambiando, no es lo mismo comulgar hace 30 años que ahora, pero a veces creo que se nos va de las manos. Viajes, la última tecnología… Son regalos que suponen un gran desembolso de dinero y que realmente estamos haciendo a un niño de corta edad. ¿Es necesario tanto gasto y regalos tan grandes? Imagino que sí, pues estos niños de hoy en día ya tienen de todo y no les vamos a sorprender con un compás o con un libro de firmas como antaño. Son generaciones que han nacido inmersos en la tecnología, que ya quieren un móvil, una tablet, la última cámara de fotos que ha salido al mercado o una consola.
Para continuar, la preparación en sí misma de la comunión. Recuerdo la mía propia con mi familia y sin ningún tipo de alarde. Ahora, la decoración es propia de una boda. Se incluyen barras y mesas con chucherías, disfraces, un photocall… y es verdad que son comuniones muy divertidas pero ¿realmente es necesaria tanta parafernalia?
Después, las niñas, en ocasiones, parecen enfundadas en vestidos de novia en miniatura. Las hay más sencillas, como en todo, no es cuestión de generalizar, pues cada familia diseña la comunión como cree conveniente y no todos lo hacen así, pero los peinados, los trajes, los adornos… todo parece sacado del último catálogo nupcial del momento.
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Bien es cierto que para casi todos los niños y niñas su primera comunión es un momento especial que les gusta vivir intensamente, pero me pregunto hasta qué punto son los padres los que quieren convertir este acontecimiento a priori religioso en una fiesta por todo lo alto donde sacar toda la artillería y hacer una jornada maratoniana con comida, sobremesa, cena, juegos, como si de una boda se tratase.
Lógicamente cada cual puede hacer la comunión que desee, faltaría más, pero si a los ocho-nueve años estamos dando a estos niños todos estos regalos, todas estas maravillas en torno a su primera comunión ¿cómo conseguiremos sorprenderles más adelante? Prefiero pecar por defecto que por exceso, que ya habrá tiempo de regalos y fiestas…
Fotos: Deer Pearl Flowers